jueves, 14 de diciembre de 2006

DEL INFORMANTE, EL INFORMADO Y LA COLUMNA DE OPINIÓN

En una época en que se habla de la información como arma dentro de un mundo globalizado e interconectado debido al desarrollo de una tecnología desafiante de fronteras; el ser humano involuntaria o voluntariamente está expuesto a un bombardeo de datos mucho más intenso que en épocas anteriores, lo cual no sería un problema si la calidad al igual que la cantidad de información hubiesen progresando paralelamente.
Sin embargo, es evidente que la celeridad exigida por una sociedad ahora acostumbrada a la simultaneidad con el hecho trae consigo un mal manejo y tratamiento superficial de la información, fenómeno al cual, si le aunamos la realidad del creciente predominio de la imagen sobre la palabra, nos dará el resultado de una sociedad con mucho contenido pero con poquísima comprensión, en palabras simples: una sociedad que “mucho abarca y poco aprieta”.
Por este motivo, el periodismo de opinión es una solución a esa carencia actual de reflexión y meditación acerca de lo expresado meramente en datos y, aunque no haya sido respuesta reciente al fenómeno en mención, su naturaleza eterna de informar, entretener y a la vez forjar pensamientos, dirigirlos o gestar debate; hacen de este género la opción que contrarresta aquel proceso de automatización y enajenación en la que parece sumergirse el mundo del siglo XXI.

Podría definirse brevemente al periodismo de opinión como un fenómeno de la sociedad inmerso en un ciclo interminable, ciclo en el que es casi imposible reconocer un inicio y final exactos, debido a aquella relación de simbiosis imperecedera que mantiene con la opinión pública y que se mantendrá mientras exista humanidad que desarrolle los sucesos que compongan la historia.
Entonces, es el periodista de opinión el artesano y pieza clave de este ciclo, pues lo mantiene vivo e incesante, en una constante labor con tropiezos y triunfos y, en algunas y lamentables ocasiones, crasos errores; y es que, el trabajo de forjar opinión o dar eco de las voces ciudadanas no es cosa fácil, se enuncian infinidad de requisitos, muchos expertos en el campo mencionan actitudes especiales y el contexto mismo, la época, el momento, imponen sus exigencias al profesional de la opinión; por lo tanto me atrevería a decir que cada tiempo tiene sus propia lista de características y “mañas” para la realización del trabajo, no obstante sería abominable rechazar la idea de un perfil constante y de alguna manera clásico, para el periodista de opinión.
Como consecuencia tenemos una ardua tarea por desarrollar: pintar de cuerpo entero al periodista de opinión, así como determinar su estrategia de elaboración y que, al saber que toda comparación es buena, realizaremos tomando en cuenta las realidades del Perú y EE.UU., principalmente por el hecho de ser casi antagónicas en lo denominado “desarrollo”, pero sociedades al fin y al cabo, con índices sociales, culturales y económicos al igual que en todo el mundo.

Cualidades: el periodista de opinión se hace

Muchos entendidos del periodismo de opinión han señalado que las características de aquél que desee guiar o dar luces a la opinión pública (entendida no como un todo sino como el conjunto de corrientes diversas de opinión) deben ser las siguientes: honestidad, objetividad, imparcialidad, entre otras cualidades; pero más que enumerar una infinita lista de valores humanos y propios del periodismo en general, debemos concentrarnos en actitudes completas que a través de la técnica lograrán su máxima expresión e identificación.
Así, el columnista debe primero ser conciente de que escribe para lograr cambios en las mentes, por lo tanto aquí se unen dos características y valores indispensables: la responsabilidad y la ética; haciendo mucho más énfasis en la última, porque hay que dejar en claro que el pecado no está en que el periodista plasme su opinión respecto a un tema, ya que ese es el objetivo que persigue, sino que lo utilice para manipular al lector por ser presa de un fanatismo o por haberse vendido en búsqueda de una recompensa material.
Por otro lado, también debemos hacer mención de las actitudes de observación y conocimiento, puesto que éstas hacen posible que el periodista no sea otro ciudadano más opinando sobre el tema en boga; sino que garantizan de cierta forma que lo leído será resultado de un análisis exhaustivo y que, gracias a la vivencia y experiencia del suceso en sí mismo o símiles en anteriores oportunidades, se tendrá un ángulo interesante y novedoso de visión del tema en tratamiento.
Mientras que el primer par de cualidades son enfatizadas y priorizadas tanto por peruanos como por estadounidenses, por lógica deducción de ser valores asimilados en todas las culturas; el segundo par lleva más énfasis peruano en la observación y mayor preocupación americana en lo correspondiente a conocimiento.
Pero, más que tomar esto como una distancia abismal, solo hay que dejar en claro que son meras diferencias conceptuales, de enunciación, contenido o intensidad porque, si para el peruano la observación consiste en estar atento a cualquier cambio que se pueda suscitar dentro de la corriente o en cualquiera de sus componentes; para el americano, el conocimiento es simplemente la tarea de aunar a la información del hecho, conceptos y antecedentes históricos que, de todas maneras, son elementos también utilizados por el columnista del Perú.

Tema y técnica: ¿qué y cómo quieren que lo diga?

Una de las principales preocupaciones para el columnista será el tema a tratar. Sea del campo que sea, en este aspecto sí se muestra una clara diferencia en las preferencias entre peruanos y estadounidenses.
Para comenzar, la sociedad peruana está acostumbrada a que sus columnas de opinión sean siempre vitrinas de temas políticos, podría asegurar que en los últimos 20 años el tema preferido fue siempre el gobierno y su accionar; tanto así que algunos periodistas de opinión solo se han especializado en esa área y el público vincula sin temor: opinión igual a escándalo político; contrariamente, la sociedad periodística de EE.UU. parece estar más acostumbrada a que la opinión no sea solo con respecto al gobierno (¿tal vez porque no tienen casos como los nuestros en ollas de grillos o porque los esconden bien bajo el tapete?) sino también respecto a una gran variedad de temas: religión, moda, turismo, literatura, etc.; para lo cual también recomiendan que su mención no sea repetitiva, continua u obvia para con la época que se vive.
Otra gran diferencia en este ámbito es también la clara intención y compromiso del americano para transmitir una dosis de positivismo y esperanza a través de sus columnas; mientras que el peruano, si bien algunas veces se preocupa de eso, su mayor prioridad es inclinar la balanza de la opinión hacia alguno de los dos lados, para así tener otra corriente o vertiente de opinión que, ahora dominante, mañana podrá comentar, la denuncia y el reclamo son su sello personal.
Referente a la técnica, cada periodista articula a su manera la columna de opinión; pero tanto peruanos como estadounidenses tienen muy en claro que su escrito debe poseer: citas, antecedentes, exposición de opiniones de terceros a favor y en contra y una importantísima cuota de opinión personal; por la que nadie puede censurar a ningún periodista, ya que ese es el fin de su escrito, forjar opinión o difundir nuevas corrientes. Está por demás mencionar la importancia de las cualidades de redacción y cultura general, que no son solo necesarias e imprescindibles para este género periodístico, sino para todo aquel que aspire a ser un periodista íntegro.

Condiciones: de un factor externo que más bien es lo interno del lector.

Cabe señalar en este punto que, si bien el periodista de opinión en EE.UU. no muestra mucha preocupación por las limitaciones que pueda tener para expresarse, el peruano por su historia de crisis vivida y pasado de gobiernos autoritarios, aún mantiene el temor de la falta de insumos o salarios a fin de mes y mantiene también el temor de la coacción y la revancha del gobierno de turno; pues si bien en la actualidad parece que los medios se han liberado de ese fantasma, el atrevimiento de la denuncia es solo una forma de defensa que ha encontrado el periodismo peruano.
Finalmente, el principal factor externo del periodismo de opinión es el propio lector. Una primera y obvia razón es porque gracias a su deseo y poder adquisitivo compra el diario, pero la segunda razón es que sin público, ni lectores deseosos de saber más a cerca de un acontecimiento, el periodismo de opinión no tendría razón de ser; sin receptores ávidos del mensaje y de una luz para guiarse, nada de lo aquí escrito sería una cierta e inapelable realidad.

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